miércoles, 7 de mayo de 2014

La democracia al revés


Gracias al apoyo de la Organización Demócrata Cristiana de América y, por invitación del Presidente de la Juventud del Partido Popular de Panamá, el fin de semana pasada tuve la oportunidad y bendición de participar como observador del proceso electoral que se llevó adelante en la hermana República de Panamá.

Salí de Quito el día sábado ya informado de lo que estaba sucediendo en los sondeos de opinión: el candidato oficialista (es decir el ñañito de Martinelli); el candidato de los Revolucionarios y el candidato de la Democracia Cristiana estaban en un virtual empate técnico, sin embargo, el último aparecía tercero en la intención del voto de entre los tres “tecnicamente empatados”.

Llegue a Panamá, ciudad tan hermosa como desigual; ciudad de enormes rascacielos de luces apagadas y de barriadas inundadas por el aguacero; ciudad del Hard Rock Café y de las cobachas de menestra y pescado; la ciudad del “mano de piedra” Durán y capital de “la segunda patria de Abdalá”. Llegué con poquito tiempo para conocer, para pasear o para salir a bailar; es más, ni siquiera podía tomarme una cerveza porque estaban en plena ley seca; pero en todo caso, llegue con la predisposición de conocer su democracia, sus similitudes y diferencias con lo que nosotros entendemos por democracia.

En la noche cena con altas personalidades, con gente de partido, con consultores políticos, politólogos, juristas, en fin, hombres y mujeres de altísimo nivel quienes hablaban de varios temas que iban desde la situación en Ucrania, el problema de Venezuela, las elecciones del día siguiente hasta de la pelea Mayweather vs. Maidana; es decir, se hablaba de todo pero ninguno de nosotros imaginábamos siquiera lo que estaba esperándonos al día siguiente: el triunfo en las elecciones de aquel que todos ponían en tercer lugar, nuestro candidato, Juan Carlos Varela.

Domingo (no Paredes) todos arriba muy temprano, desayunamos y para la Chorrera nos fuimos, ese era el sitio en donde Oreste del Rio, entrañable amigo y Presidente de JODCA y de la Juventud del Partido Popular de Panamá, había hecho su campaña postulándose para diputado de su pueblo. Como todo día de elecciones, nos reunimos en el comando de campaña, fotos por aquí, fotos por allá; aréngas de ánimo dos que tres discursos y, al cabo de un par de horas, acompañamos a votar a nuestro candidato a diputado. Dos cuadras antes del recinto fue la concentración, llegó el presidente nacional del Partido Popular, unos cuantos amigos más, el personal de apoyo y nosotros los observadores que presenciaríamos ese hecho importante.

Efectivamente Oreste votó, ¡Aplausos, Barras, Arengas! ¡Que viva el candidato!.. típico de la política, en eso fuimos interrumpidos por el personal de la campaña que nos decía: “¡hay que moverse a la escuela “Naciones Unidas” allí va a estar Varela! Obvio, todos fuimos emocionados a ver a nuestro candidato (según nosotros a demostrarle nuestro apoyo y arroparlo para que una posible derrota no fuera tan dura), llegaron una centena de personas, el candidato que iba tercero en las encuestas se mostraba sereno, saludó con todos, es más tuvo el tiempo de acercarse a nosotros y decirnos con muy buena voluntad y con español panameño enraizado: “chicos esta noche nos vemos en el “cheraton”. En realidad me sentí feliz; muy, muy emocionado pero algo me decía que se venía otra vez una decepción electoral, y eso lo deducía porque por un lado estaba el candidato del oficialismo que contaba con todo el apoyo del Presidente saliente, tanto apoyo tenía por parte de Martinelli que puso hasta a su esposa como candidata a vicepresidente! Por otro lado teníamos una izquierda babosa, totalmente abandonada de ideología, una izquierda que había recorrido el interior del país regalando refrigeradoras, cocinas, colchones, microondas, licuadoras (creo que un poco más y les faltaba ir diciendo adelante, Panamá, adelante – chiste solo para ecuatorianos-) y nuestro candidato, un tipo decente, de familia, de recursos económicos pero no para amoblar la casa a todos los panameños, que además iba tercero en todos los sondeos de opinión... ¡uy, grave!

No quiero hacerles muy largo el cuento: llegaron las 4 de la tarde y se cerraron las mesas, comenzó el conteo y nosotros volvíamos en una furgoneta desde el interior del país hacia Ciudad de Panamá. No se si resultaba mejor o no pero en Panamá no hay ni exit poll ni conteo rápido, simplemente desde cada recinto electoral se subía la información a la página web del Tribunal Electoral y cual partido de fútbol el país iría durante las dos horas siguientes, viendo como el conteo de cada mesa iba engrosando la votación para cada candidato.

Varela ganaba por poquito, luego ganaba por un poquito más, luego por más, ¡luego por tres puntos! ¡luego por cinco puntos! ¡luego por nueve puntos! Chamadre! ganamos decía entre mi (es más me acordaba de mi buen amigo John Ramos cuando nos decía: ¡aura si les ganamos orejón!). Les dije a mis compañeros observadores: “amigos esto es ireversible, vámonos pa'l “Cheraton”!

Mientras avanzábamos hacia el hotel Sheraton, el Magistrado Erasmo Pinilla, Presidente del Tribunal Electoral salía en cadena nacional a decir que la tendencia es irreversible y que el nuevo presidente era Juan Carlos Varela Rodríguez. Carajo! ¡No fue el del oficialismo! ¡no fue el de la izquierda! ¡fue el nuestro, hptas! Por primera vez había estado presenciando unas elecciones nacionales en donde ganaba era EL NUESTRO!, no lo podía creer, sentí que el triunfo era mío, de esa filosofía que tanto me llena y que creo que es la que puede cambiar la realidad de nuestra gente: estado nirvánico!

Llegó Varela al “Cheraton” e inició su discurso: agradeció a Dios, a su familia, a sus votantes. “Hoy inicia una nueva Panamá, la de todos, la mejor”. “Hoy nos desprendemos de las banderas partidistas y y enarbolamos juntos la bandera de Panamá”. “Gracias a los que votaron por mi y gracias a los que no, pero este Presidente será para todos los panameños”. Bla, bla, bla; lugares comunes de todo candidato ganador.

Pero entre los lugares comunes del candidato ganador, después de siete años de revolución ciudadana que he vivido en el Ecuador me comenzó a hacer falta el discurso: ¡qué paliza les metimos! ¡ apesar de tanta infamia por suerte a los otros ya nadie les cree! ¡Se les acabó la fiesta a los del gobierno! ¡Nos vamos a radicalizar! ¡Que nadie se engañe compañeritos, Martinelli es un cadáver insepulto! Pero no, no dijo nada de eso, reivindicó la decencia, ofreció olvidar agravios, pidió una transición en paz, que ningún panameño se sienta derrotado y pidió a sus seguidores que bajo ninguna circunstancia pretendan humillar a los seguidores de los otros candidatos. ¿Es esto cierto? decía yo... y si era cierto! si se puede hacer política sin humillar, si se puede hacer política sin acanallar ni desacreditar ni hacer de menos al otro y eso lo aprendí en Panamá.

Algo más y esto si fue realmente increíble: Decía Varela: “Al concluir este proceso electoral, quiero que todos los panameños estemos en el lugar que estemos, nos pongamos de pie y demos un fuerte aplauso al Tribunal Electoral, verdadero garante de que este proceso se maneje con limpieza, honestidad y transparencia” ¿Qué? ¿el candidato opositor al régimen agradece al Tribunal Electoral por la transparencia? Pero si en el Ecuador el Consejo Electoral está ante las órdenes del oficialismo, son empleados del régimen! una hoja no se mueve si no es con la orden del economista! Realmente la política está al revés en Panamá! decía para mi mismo.

Continúa el presidente electo: “Quiero que nos pongamos de pie y aplaudamos la intachable gestión del Magistrado Pinilla Presidente del Tribunal y de los demás Magistrados que han hecho de este proceso una fiesta democrática”. ¿Qué? Se puede ser generoso de espíritu y reconocer que los otros que no son de mi partido también trabajan bien y les podemos depositar nuestra confianza? Están locos en Panamá decía yo. Pero no! No están locos, esa democracia es posible en cualquier país del mundo si quienes pretenden representar a un pueblo se dan un baño de decencia política, de respeto al espacio del otro y se reconoce lo que verdaderamente vale en la persona: su dignidad.

Y así me fui de Panamá emocionado por el triunfo, aplaudiendo al nuevo presidente, conociéndolo en persona ya como Presidente electo y cruzando apreciaciones de lo que pasó, leyendo el último titular de periódico que decía: “Tribunal Electoral proclama como Presidente a Juan Carlos Varela, luego de Jornada Democrática ejemplar”; al cabo de hora y media de vuelo llego a mi Ecuador del alma y me encuentro con la triste realidad que acá el periódico dice: “Consejo Nacional Electoral anula las firmas de los Yasunidos y no habrá Consulta Popular”.

Ciertamente la democracia esta al revés pero no se donde mismo es. (Me salió un verso sin mayor esfuerzo)

Con permiso...

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