Gracias al apoyo de la Organización
Demócrata Cristiana de América y, por invitación del Presidente de
la Juventud del Partido Popular de Panamá, el fin de semana pasada
tuve la oportunidad y bendición de participar como observador del
proceso electoral que se llevó adelante en la hermana República de
Panamá.
Salí de Quito el día sábado ya
informado de lo que estaba sucediendo en los sondeos de opinión: el
candidato oficialista (es decir el ñañito de Martinelli); el
candidato de los Revolucionarios y el candidato de la Democracia
Cristiana estaban en un virtual empate técnico, sin embargo, el
último aparecía tercero en la intención del voto de entre los tres
“tecnicamente empatados”.
Llegue a Panamá, ciudad tan hermosa
como desigual; ciudad de enormes rascacielos de luces apagadas y de
barriadas inundadas por el aguacero; ciudad del Hard Rock Café y de
las cobachas de menestra y pescado; la ciudad del “mano de piedra”
Durán y capital de “la segunda patria de Abdalá”. Llegué con
poquito tiempo para conocer, para pasear o para salir a bailar; es
más, ni siquiera podía tomarme una cerveza porque estaban en plena
ley seca; pero en todo caso, llegue con la predisposición de conocer
su democracia, sus similitudes y diferencias con lo que nosotros
entendemos por democracia.
En la noche cena con altas
personalidades, con gente de partido, con consultores políticos,
politólogos, juristas, en fin, hombres y mujeres de altísimo nivel
quienes hablaban de varios temas que iban desde la situación en
Ucrania, el problema de Venezuela, las elecciones del día siguiente
hasta de la pelea Mayweather vs. Maidana; es decir, se hablaba de
todo pero ninguno de nosotros imaginábamos siquiera lo que estaba
esperándonos al día siguiente: el triunfo en las elecciones de
aquel que todos ponían en tercer lugar, nuestro candidato, Juan
Carlos Varela.
Domingo (no Paredes) todos arriba muy
temprano, desayunamos y para la Chorrera nos fuimos, ese era el sitio
en donde Oreste del Rio, entrañable amigo y Presidente de JODCA y
de la Juventud del Partido Popular de Panamá, había hecho su
campaña postulándose para diputado de su pueblo. Como todo día de
elecciones, nos reunimos en el comando de campaña, fotos por aquí,
fotos por allá; aréngas de ánimo dos que tres discursos y, al cabo
de un par de horas, acompañamos a votar a nuestro candidato a
diputado. Dos cuadras antes del recinto fue la concentración, llegó
el presidente nacional del Partido Popular, unos cuantos amigos más,
el personal de apoyo y nosotros los observadores que presenciaríamos
ese hecho importante.
Efectivamente Oreste votó, ¡Aplausos,
Barras, Arengas! ¡Que viva el candidato!.. típico de la política,
en eso fuimos interrumpidos por el personal de la campaña que nos
decía: “¡hay que moverse a la escuela “Naciones Unidas” allí
va a estar Varela! Obvio, todos fuimos emocionados a ver a nuestro
candidato (según nosotros a demostrarle nuestro apoyo y arroparlo
para que una posible derrota no fuera tan dura), llegaron una centena
de personas, el candidato que iba tercero en las encuestas se
mostraba sereno, saludó con todos, es más tuvo el tiempo de
acercarse a nosotros y decirnos con muy buena voluntad y con español
panameño enraizado: “chicos esta noche nos vemos en el “cheraton”.
En realidad me sentí feliz; muy, muy emocionado pero algo me decía
que se venía otra vez una decepción electoral, y eso lo deducía
porque por un lado estaba el candidato del oficialismo que contaba
con todo el apoyo del Presidente saliente, tanto apoyo tenía por
parte de Martinelli que puso hasta a su esposa como candidata a
vicepresidente! Por otro lado teníamos una izquierda babosa,
totalmente abandonada de ideología, una izquierda que había
recorrido el interior del país regalando refrigeradoras, cocinas,
colchones, microondas, licuadoras (creo que un poco más y les
faltaba ir diciendo adelante, Panamá, adelante – chiste solo para
ecuatorianos-) y nuestro candidato, un tipo decente, de familia, de
recursos económicos pero no para amoblar la casa a todos los
panameños, que además iba tercero en todos los sondeos de
opinión... ¡uy, grave!
No quiero hacerles muy largo el cuento:
llegaron las 4 de la tarde y se cerraron las mesas, comenzó el
conteo y nosotros volvíamos en una furgoneta desde el interior del
país hacia Ciudad de Panamá. No se si resultaba mejor o no pero en
Panamá no hay ni exit poll ni conteo rápido, simplemente desde cada
recinto electoral se subía la información a la página web del
Tribunal Electoral y cual partido de fútbol el país iría durante
las dos horas siguientes, viendo como el conteo de cada mesa iba
engrosando la votación para cada candidato.
Varela ganaba por poquito, luego ganaba
por un poquito más, luego por más, ¡luego por tres puntos! ¡luego
por cinco puntos! ¡luego por nueve puntos! Chamadre! ganamos decía
entre mi (es más me acordaba de mi buen amigo John Ramos cuando nos
decía: ¡aura si les ganamos orejón!). Les dije a mis compañeros
observadores: “amigos esto es ireversible, vámonos pa'l
“Cheraton”!
Mientras avanzábamos hacia el hotel
Sheraton, el Magistrado Erasmo Pinilla, Presidente del Tribunal
Electoral salía en cadena nacional a decir que la tendencia es
irreversible y que el nuevo presidente era Juan Carlos Varela
Rodríguez. Carajo! ¡No fue el del oficialismo! ¡no fue el de la
izquierda! ¡fue el nuestro, hptas! Por primera vez había estado
presenciando unas elecciones nacionales en donde ganaba era EL
NUESTRO!, no lo podía creer, sentí que el triunfo era mío, de esa
filosofía que tanto me llena y que creo que es la que puede cambiar
la realidad de nuestra gente: estado nirvánico!
Llegó Varela al “Cheraton” e
inició su discurso: agradeció a Dios, a su familia, a sus votantes.
“Hoy inicia una nueva Panamá, la de todos, la mejor”. “Hoy nos
desprendemos de las banderas partidistas y y enarbolamos juntos la
bandera de Panamá”. “Gracias a los que votaron por mi y gracias
a los que no, pero este Presidente será para todos los panameños”.
Bla, bla, bla; lugares comunes de todo candidato ganador.
Pero entre los lugares comunes del
candidato ganador, después de siete años de revolución ciudadana
que he vivido en el Ecuador me comenzó a hacer falta el discurso:
¡qué paliza les metimos! ¡ apesar de tanta infamia por suerte a
los otros ya nadie les cree! ¡Se les acabó la fiesta a los del
gobierno! ¡Nos vamos a radicalizar! ¡Que nadie se engañe
compañeritos, Martinelli es un cadáver insepulto! Pero no, no dijo
nada de eso, reivindicó la decencia, ofreció olvidar agravios,
pidió una transición en paz, que ningún panameño se sienta
derrotado y pidió a sus seguidores que bajo ninguna circunstancia
pretendan humillar a los seguidores de los otros candidatos. ¿Es
esto cierto? decía yo... y si era cierto! si se puede hacer política
sin humillar, si se puede hacer política sin acanallar ni
desacreditar ni hacer de menos al otro y eso lo aprendí en Panamá.
Algo más y esto si fue realmente
increíble: Decía Varela: “Al concluir este proceso electoral,
quiero que todos los panameños estemos en el lugar que estemos, nos
pongamos de pie y demos un fuerte aplauso al Tribunal Electoral,
verdadero garante de que este proceso se maneje con limpieza,
honestidad y transparencia” ¿Qué? ¿el candidato opositor al
régimen agradece al Tribunal Electoral por la transparencia? Pero si
en el Ecuador el Consejo Electoral está ante las órdenes del
oficialismo, son empleados del régimen! una hoja no se mueve si no
es con la orden del economista! Realmente la política está al revés
en Panamá! decía para mi mismo.
Continúa el presidente electo: “Quiero
que nos pongamos de pie y aplaudamos la intachable gestión del
Magistrado Pinilla Presidente del Tribunal y de los demás
Magistrados que han hecho de este proceso una fiesta democrática”.
¿Qué? Se puede ser generoso de espíritu y reconocer que los otros
que no son de mi partido también trabajan bien y les podemos
depositar nuestra confianza? Están locos en Panamá decía yo. Pero
no! No están locos, esa democracia es posible en cualquier país del
mundo si quienes pretenden representar a un pueblo se dan un baño de
decencia política, de respeto al espacio del otro y se reconoce lo
que verdaderamente vale en la persona: su dignidad.
Y así me fui de Panamá emocionado por
el triunfo, aplaudiendo al nuevo presidente, conociéndolo en persona
ya como Presidente electo y cruzando apreciaciones de lo que pasó,
leyendo el último titular de periódico que decía: “Tribunal
Electoral proclama como Presidente a Juan Carlos Varela, luego de
Jornada Democrática ejemplar”; al cabo de hora y media de vuelo
llego a mi Ecuador del alma y me encuentro con la triste realidad que
acá el periódico dice: “Consejo Nacional Electoral anula las
firmas de los Yasunidos y no habrá Consulta Popular”.
Ciertamente la democracia esta al revés
pero no se donde mismo es. (Me salió un verso sin mayor esfuerzo)
Con permiso...
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