No se si nos pasó a todos, pero
ustedes recordarán que desde los tiempos de la escuela, siempre
habían uno o dos sabrosos que eran los que "pegaban a todos",
y claro! como el resto les tenía miedo, por fuerza había que hacer
lo que ellos decían. Estos "bravísimos" eran los que
decidían a quien se debía molestar, que es lo que se iba a jugar,
quienes nomás podían jugar y hasta quien jugaba en el equipo de
ellos y quienes se iban al otro equipo. Recuerdo que en el colegio
que yo estudié, nunca faltaban estos individuos, a tal punto llegó
su omnipotencia que en alguna ocasión que fuimos a las típicas
convivencias anuales compartimos habitación diez niños, ocho de los
normalitos y dos de los bravísimos y como no podía ser de otra
manera, los dos boniticos (siendo minoría) impusieron su voluntad
suprema durante toda la convivencia: decidieron donde dormiría cada
uno, en que orden nos bañaríamos y con quién se debía conversar.
Obviamente en una convivencia de niños,
fuimos a las charlas con las monjitas, a misa, a actividades de
reflexión, a la piscina de la casa de convivencias y el infaltable
partidazo de fútbol con el tarro de “SOMEX” para terminar la
jornada. A la hora de retirarnos a descansar uno de estos capataces
del dormitorio aducía no tener sueño y al grito de: “si yo no
duermo nadie duerme” sentenció a todos los demás a esperar que el
individuo se calle la boca para poder dormir, todo esto apoyado de
manera incondicional por su otro acolito y por uno o dos que creían
que las once de la noche era todavía una hora en la cual se podía
seguir hablando cualquier cosa en lugar de acostarse a dormir.
Esa infantil actitud si no se corrige a
tiempo, acompaña a la persona para toda su vida, supongo yo que más
de uno de ustedes habrán tenido compañeros así, es más, mucho me
atrevo a pensar que varios de ellos ahora nos gobiernan. Como son los
que pegan a todos (figurativamente hablando), son los que meten las
palizas electorales o tienen el favor del pegador mayor, ya han
comenzado a decidir por nosotros en cosas que ni en nuestra casa
nuestros mismos padres pudieron decidir alguna vez.
Que si las corridas de toros son un
espectáculo violento... vienen cuatro mapiosos (creo que se llaman
Diabluma) que se suspendan las corridas de toros! Que si la señorita
Laura no le gusta al que sabemos... que no se transmita más la
señorita Laura! Que si las “lluchas” en el Extra no le gusta a
una mancita de la gallada del que pega a todos.... sanciónele al
Extra! Que si no le causa chiste la caricatura de Bonil al gran
jefe... múltenle al Bonil! Que si “la Pareja Feliz” no le gusta
al Defensor del Pueblo.... busquemos cuatro fulanos que “protesten”
y a sancionarle a la Pareja Feliz! En conclusión: Sin yo no
duermo... que nadie duerma!
Parafraseando al mil veces parafraseado
Bertolt Brecht: “Primero vinieron a sacar a los toreros, pero no
dije nada porque yo no era torero. Luego vinieron por la señorita
Laura, pero no dije nada porque ni le conocía a esa señora. Luego
vinieron por las lluchas del Extra y yo dije mostro de carreteras!.
Luego vinieron por Bonil y no dije nada porque este gobierno ha
invertido más que los cuatro últimos gobiernos juntos. Ahora vienen
por mi y ya es demasiado tarde...”.
La libertad de elegir amigos míos es
personalísima, responde al fuero interno, ya somos pues los
suficientemente grandecitos para elegir que ver y que no, que
periódico comprar y que periódico no; con que reírnos y con que
no; no es justamente el Estado, ni sus autoridades, ni sus
superintendentes, ni sus defensores quienes decidan que tenemos que
ver, oír o por que reir, porque sería casi como seguir bajo el yugo
de aquel que decidía a que hora se duerme en la convivencia de la
escuela.
Que la indolencia no nos absorba, que
la miopía no nos convierta en visionarios solo de nuestras cosas y
el resto que se joda. Construyamos una sociedad donde todos,
absolutamente todos podamos decidir, vivir, gozar, reir, llorar,
exhibir, sin más limitaciones que los valores que como seres humanos
nos hayan inculcado en nuestra casa y en nuestra escuela y no
permitamos que el señor prohibicionista se adueñe de nuestra
libertad.
Ahora ha caído en desgracia David
Reinoso, el mismo que con Bonafont nos contaba el “mostro” de
gobierno que tenemos. Ahora mi buen David estas en el banquillo de
los acusados, ahora ya te podrás dar cuenta que en este gobierno se
ha callado mil veces más gente que en los últimos cuatro gobiernos
juntos: “mostro de atropello”! Así paga el diablo a sus devotos,
pero créeme que mi solidaridad está contigo y con todos aquellos
que tienen derecho a expresar su talento sin censura previa ni
sanción posterior.
Hasta la próxima!
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