Feliz año!
Para aquellos que no conocen
quién es el personaje del que estoy hablando en el título de este artículo; en algún
momento de ocio, métanse al google y busquen “Elizabeth Taylor”, más conocida
como Liz Taylor. Lo primero que el buscador les va a arrojar es el nombre del
cónyuge, y sorpresivamente se van a encontrar con 7 nombres distintos; si, 7
nombres distintos!: Conrad Hilton Jr., Michael Wilding, Mike Todd, Eddie Fisher,
Richard Burton, John Warner y Larry Fortensky. En la época en la que Taylor se
proyectó como actriz, sin duda, el tener siete esposos distintos era motivo de escándalo,
cada matrimonio era motivo de cuchicheo general, y creo que hasta ahora
resultaría poco probable que una vida así de licenciosa se admitida como regular.
Sin embargo, a pesar de que su vida personal no era de las más ejemplares, Liz
fue una de las actrices más queridas y respetadas de Hollywood, porque
demostraba talento, capacidad, carisma y siempre sus actuaciones se encontraban
muy bien calificadas por sus seguidores y los conocedores del séptimo arte.
Pero ese comportamiento, aun
cuando puede resultar difícil de comprender para el resto y en las épocas
modernas puede ser conocido como “soberanía del cuerpo”, puede ajustarse
plenamente a una vida de farándula, luces, paparazzis, flashes y alfombras
rojas, de hecho creo que parte del negocio está ahí.
Yo me pregunto, ¿este modo de
vida sería compatible con la política? Y enseguida me respondo: por supuesto que
no. Ni en lo personal ni en lo partidario, los políticos pueden ni deben
andarse casando con el primero que se cruza y mucho menos andarse pasando de
partido en partido cual picaflor sobre las florecitas. El entrar en una
organización política requiere convicción, compromiso, apego, decisión y convencimiento
de la doctrina política que la organización profesa. Lo demás es transfuguismo,
oportunismo, vivarachería barata, falta de palabra e incoherencia ética; todos
estos antivalores siempre, léaseme bien, siempre! serán sancionados por los
electores tanto en la papeleta como en la opinión pública y en la publicada.
Lastimosamente conozco un
personaje que se asemeja mucho a Taylor y pretende hacer política, un ciudadano
que fue construido por los estudiantes de la Universidad Católica, un individuo
que todo el tiempo que le conozco utilizó a la PUCE y a la Academia como carta
de presentación para evidenciarse en la política y en la opinión pública. “Catedrático
Universitario”, “Docente Universitario”, “Decano de la Facultad de Derecho”,
decían los generadores de caracteres en los medios de comunicación en donde se
presentaba.
Debo confesar que al principio me
daba orgullo verlo ahí, representando lo mejor de nuestra Universidad: la
técnica, el conocimiento, la honestidad, siempre siendo la luz en medio de la
oscuridad. Que orgullo, ese es mi profe! decía. Luchamos juntos, en el año 2005
él como Decano, yo como Presidente de la Asociación Escuela de Derecho de la
PUCE enfrentamos a Gutierrez, a la Pichicorte, a la dictadura, a la violación
del Estado de Derecho, a la interferencia de funciones, al chanchullo, al
oportunismo, a la política mal manejada, a los políticos pícaros; nos fuimos en
contra de un sistema corrupto y corruptor que nos gobernaba, nos aplastaba y nos
llevaba a la más grave desinstitucionalización democrática y política que se había visto
hasta aquel entonces.
Cayó Gutierrez y mi Decano quería
ser Vicepresidente de Palacio, pidió apoyo, se movió, cabildeó, le apoyamos,
creímos en él; no se pudo, fue Serrano Aguilar el Vicepresidente, para la
próxima será mi doctor, para la próxima!
A partir de ahí el espíritu de
Liz Taylor se apoderó de mi Decano, chanfle!: primero con la Red y al grito de
Roldós Presidente! Se encaramó en lo que en la Universidad conocíamos como las “Ligas
Mayores”, luego creo que no le gustó mucho y se fue para la ID, naranja es el
color mi doctor! Pero tampoco le gustó
porque al poquito tiempo ya se subió en la caravana de Humberto Mata. Fuerza
Ecuador creo que se llamaba y otra vez el Decano candidato, en un tercer
movimiento en el que se matriculaba. Mata le paró más bola a Carla Sala que al
Decano y este se marchó. Luego independiente, luego en alguna reunión en
Guayaquil me encuentro con el Decano jurándole amor eterno a Nebot. Siempre
supe que era Social Cristiano!, decía el caballero. Algunos añitos por ahí las
dos campañas junto a Cinthya. Se hizo nombrar presidente provincial del Partido
Social Cristiano en Pichincha, se peleó con todo el mundo, puso a sus cuatro
amigos en los puestos claves, pero como en las dos campañas le ganaron larguito
del PSC también se retiró. Luego el hombre del decano era Guillermo Lasso,
Lasso Presidente, Lasso Presidente! Gritaba el ex decano, el catedrático, el
docente, el muy señor! Tampoco creo que le han parado bola en CREO, porque ahora
aparece coquetenado con Jairala y el Centro Democrático, será que se vuelve a
casar? No lo hagas profesor, no lo hagas! Le vas a ganar a Liz Taylor!
Que triste ha sido la decepción,
que duro ha sido tratar de entender ciertas cosas en la política, que
desengañante ha sido ver la incoherencia de quien uno tenía en otro concepto. Que
lamentable fue ver las prácticas del decano que luchaba en contra de le
reelección indefinida mientras se hacía nombrar cinco veces decano de Jurisprudencia;
que amrgo fue enterarse las actitudes del hombre que luchaba contra el
autoritarismo pero les tomaba examen sorpresa a los estudiantes porque perdía
la Liga, que indignante era escuchar al hombre que venía de la academia y sin
embargo llevó adelante las más burdas prácticas de la más asquerosa y hedionda
política.
Señor Santiago Guarderas: estoy
consciente que esta carta no solo que no le va a gustar sino que muy
probablemente me la contestará o alguno de sus seguidores me mandará al carajo,
pero me cansé de ver como usted ha denigrado el ejercicio de la política, me
cansé de ver como utiliza a la academia para sus plataformas y protervos fines,
me canse de verlo como el gran referente de la opinión política quiteña cuando
sus prácticas son de la más baja ralea tropical. Deje de llenarnos de vergüenza
a quienes fuimos sus alumnos, deje de salpicar a la PUCE con los fluidos
libidinosos de su promiscuidad política y de una buena vez o separe su accionar
político de la academia o compórtese como lo que hace que se le ponga en los
generadores de caracteres en los canales de televisión: un verdadero “catedrático
universitario”, y a las nuevas generaciones de estudiantes de Derecho de la PUCE
y de las universidades en donde vaya a recitar materia (que no es lo mismo que
dar cátedra) deles ejemplo de coherencia, honradez intelectual y ética
política. Esto no le pido ni como ciudadano ni como político, se lo pido como
abogado, como ex Presidente de la Asociación Escuela de Derecho de la PUCE y,
principalmente, como ex alumno de esa institución que tanto me ha dado a mí y
tanto ha dado para la Patria y que usted la viene llenando de vergüenza desde
hace algún tiempo atrás.
Permiso…