miércoles, 19 de abril de 2017

Y si eres llucho… ni hablarfff!









Luego del 2 de abril, personalmente quedé KO, sin ánimo de mayor cosa, sin embargo fui a las afueras del CNE a reclamar una vez más por que no quede tela de duda sobre el proceso electoral. Para todos quedó claro que la lucha en las calles no era por defender a un candidato o a un partido; la pelea, la movilización y la indignación era porque nos estaban viendo la cara de cojudos y ayer martes 18 de abril nos la terminaron de ver.

A través de este escrito quiero iniciar saludando a Guillermo Lasso, decirle que ha sido un verdadero gladiador, un tipo ejemplar que decidió dejar la comodidad de su casa, su banco y su vida “pelucona” para someterse al escrutinio público, llegando  incluso en algunos momentos a que ese escrutinio sea un verdadero escarnio público, debido a que en estos diez últimos  años, el economista, el licenciado, el ingeniero y su acólitos se dedicaron a inocular en nuestra gente el odio, la prepotencia, la falta de respeto, el insulto, la división y el maltrato como forma de relación entre los ecuatorianos. Que Lasso haya dejado todo por buscar un país mejor incluso para los insultadores, ganapanes y cobradiezmos que se han declarado fanáticos del correísmo es encomiable y la historia le guardará un espacio importante en sus páginas, gracias Guillermo por su entrega.

Sin embargo no debemos perder la objetividad y espero se  tome mi criterio como una crítica constructiva y partiendo de un mínimo y elemental análisis de la situación de las organizaciones políticas de nuestro país. Yo pregunto: ¿Qué habría pasado si el finalista no era Lasso sino Dalo, Pesántez, Paco, Zuquilanda o cualquiera de los otros candidatos que se quedaron en la primera vuelta? La respuesta es sencilla: la revolución le daba hasta por el saco! Y no en votos sino en fraude, digo esto porque cualquiera que habría  llegado a la segunda vuelta tenía serias posibilidades de llegar a tener una gran votación porque capitalizaría el hartazgo que la gente le tiene a la revolución, pero ninguno hubiese tenido el billete para poder enfrentar un proceso electoral fraudulento como el que vivimos y mucho menos para gastar en un control electoral de tanto valor económico.

El fraude es indiscutible, todos lo sabemos, inclusive los mismos correístas, pero ciertamente es un fenómeno que no se enuncia sino que se prueba. Cuando se habla de fraude académico, por ejemplo, (copia de un texto) hay que presentar al juez el texto del plagiador y el texto plagiado; cuando hay fraude musical hay que presentar la melodía original y la que supuestamente es copia de la primera; y así mil ejemplos. Ni de lejos quiero arropar uno de los criterios del correísmo cuando aupaban el argumento de que el fraude se prueba, sino que por mi deformación profesional me mantengo en aquella máxima que dice “los abogados hablamos con documentos”.

El control electoral no debería ser motivo de preocupación  de las candidaturas. Para eso hay un Consejo Nacional Electoral; pero si tenemos un CNE lleno de devotos del correísmo se torna inevitable, indispensable, materia de discusión y egreso ineludible de las campañas. Ese dolor de cabeza llamado control electoral se convierte en pesadilla cuando por fuerza es visto como negocio de alguien; se convierte en nauseabundo cuando en lugar de ser una necesidad cívica de los ciudadanos se convierte en 20 dolaritos el domingo de elecciones; se vuelve en una burla cuando ya cobraditos el billete no hacen su trabajo se visten y se van.

CREO desgraciadamente no es una organización política, es una empresa electoral en donde alguien siempre gana algo por hacer lo que debería ser  un apostolado por la patria. Una organización política moderna que enfrenta una dictadura debería tener un ejército de militantes que apoyen en el control electoral con la misma intensidad con la que apoyan en la campaña simplemente por la necesidad cívica de vencer a la dictadura y no por el estipendio, el sanduche o la remuneración.

El 2 de abril nos robaron por dos razones: porque la revolución no tiene asco en meterle la mano a la voluntad popular y porque a los que les encargaron defender los votos cobraron y se fueron. Tener cerca de cuatro mil actas de un total de cuarenta y un mil y pico implica decir que llegaron a recolectar en números redondos el 10 por ciento del total de actas del proceso y si eso le costó a Guillermo Lasso el valor de 4 millones de dólares como se dice que costó, estamos hablando de que cada acta recolectada por CREO el día 2 de abril costó mil dólares cada una. Cierto es que la democracia no tiene precio pero MIL DÓLARES POR ACTA? ¿Y que esto no sea garantía de nada?, ciertamente es el peor negocio que Guillermo ha hecho en su vida y lo convierte doblemente en víctima de un sistema político en donde el que tiene el poder o el que tiene platita nomás pueden pelear.

Decía al inicio: si el finalista era Dalo, Zuquilanda, Paco o el guambrito de la 5, toditos pelados como pepa de guaba ¿cómo iban a financiar el famoso control electoral? Como diríamos los quiteños:  lluchos ni hablarfff! Aquí para enfrentar a la dictadura no solo necesitamos un candidato desprendido y que deje todo para ofrecer un futuro mejor, necesitamos también organizaciones políticas serias, que trabajen con las bases, que sepan inculcar en su militancia que a veces la política no se sostiene en los 20 dólares, en el sanduche o en el refrigerio, sino que requiere de una importante dosis de civismo, amor por la patria y convicción como lo han demostrado una y otra vez los guerreros que estuvieron afuera del CNE  en los últimos 15 días.

Que este golpe a la democracia y a la moral de nuestro país nos sirva para salir con fuerza a enfrentar a la dictadura del economista de Lovaina, el licenciado en no se que y el ingeniero del rincón del vago.     


Permiso