Escribo con cierta periodicidad,
esta no es rigurosa pero procuro que lo que publico sea leíble, compartible y
disfrutable, busco además no ser el Arjona de la opinión que habla de todo y de
todos y no dice nada, adicionalmente pretendo escribir con la mediana sal que
podemos tener los quiteños a la hora de conversar entre nosotros, pero, por
esta vez, voy a escribir no echándole mano tanto a la ironía sino a partir de
la indignación, del desconcierto y desde la reflexión asquerosamente objetiva
que me permita sustentar mis asertos.
El pueblo indígena de los
Taromenane es una civilización “no contactada”; viven de acuerdo a su cultura en
la tierra en donde han vivido siempre, tienen una situación de fragilidad
importante en razón de que resultan extremadamente vulnerables y asimétricamente
débiles frente al avance de la “cultura” occidental. Esta fragilidad se ha
traducido en la colonización de sus territorios, comercio ilegal de madera, extracción de
petróleo, turismo o investigación científica. Son implacables guerreros, asiduos
y salvajes cazadores y profundamente celosos de sus territorios, sus mujeres y
su cultura; hay evidencia objetiva de que sendas matanzas se han dado entre
ellos o con otras tribus por ajuste de cuentas o por proteger su territorio. Pueblos
bravos hasta morir, inteligentes como ninguno y sabios al centímetro de su
mundo en medio de su aislamiento. Hipocráticos médicos sin estudiar medicina, exquisitos
chefs sin estudiar cocina, ínclitos constructores sin estudiar ingeniería,
pescadores exactos, eruditos de la organización social y, me imagino yo, hasta
grandes astrónomos. Tienen su propio idioma, cultura y costumbres, luchan contra
todo aquello que atente contra su mundo; a pesar de todo esto han decidido
mantenerse alejados voluntariamente, no han comulgado con la “civilización” moderna,
para ellos su universo es su selva y el resto no existe.
Así como ellos somos gran parte
de la clase política quiteña, somos unos Taromenane de la política, hemos
decidido el aislamiento voluntario a pesar de que decimos ser una maravilla
para el análisis, grandes lectores, conspicuos escritores, asiduos visitantes
de la radio democracia, radio centro,
radio visión y si nos va bien hasta de ecuador en vivo. Importantes analistas
de El Comercio, de El Universo o de El Expreso, ideólogos de campañas,
consultores políticos impecables, llenos de cursos de “marketing político,
comunicación política, gerencia política, estudios políticos aplicados, táctica
política, política virtual, negociación política, haga política con Cristy,
Nacho hace política y el Libro del Escolar Ecuatoriano en la Política”. Somos
tan claros de la política que hasta cumbres organizamos! Eméritos académicos, abanderados
de todas las causas posibles, grandilocuentes analistas de cada coyuntura,
dueños de plumas voraces que hasta Montalvo nos envidiaría; puntería perfecta
para darles a los grandes problemas nacionales, ilustrados interpretes de
encuestas, hombres y mujeres de proyecciones matemáticas complicadísimas para
determinar cuáles serían los mejores candidatos, calculadores invencibles del
futuro político de tal o cual, pitonisas de resultados, prestidigitadores del
futuro y buen puñete.
Me revelo a que quienes
actualmente sean los grandes referentes de la política quiteña sumen más de 200
años de edad entre ellos: Don Rodrigo Paz, el Gral. Moncayo y el Ec. Roque
Sevilla, valiosos todos ellos y los respeto como el que más, se han convertido
en los grandes electores de la política quiteña para el proceso 2017; en eso
estamos igualitos a los Taromenane también, somos guiados por los mayores porque
son más sabios, y el resto, en que estamos? En aislamiento voluntario viendo
que cazamos…
El resto somos politicazos! Unos capos
de la política, todo calculamos! No nos equivocamos nunca! Somos la quinta
escencia de las virtudes en materia política, sabemos cuando es el momento,
cuando hay que lanzarse y quien tiene que lanzarse, grandes puteadores en las
redes sociales. No somos capaces de juntarnos porque uno avienta la lanza mejor
que otro! No nos reunimos uno con otro, porque el otro es bruto y yo soy
vivísimo; no nos juntamos con el otro porque el otro es pícaro y yo soy
honestísimo; no nos reunimos con el otro porque no va a ganar y yo no puedo
quemarme; no nos reunimos con el otro porque el man es ingenuo y yo soy bien
despierto; no nos reunimos con el otro porque el otro es bien verdugo y yo nos
soy bien buen mozo; no concertamos con el otro porque primero tienen que ir en
las listas mis panas y el otro quien también será? No hacemos una lista
conjunta con otro porque al otro le hiede la boca y a mi me huele a flores; y
así sucesivamente, todo pretexto es bueno para aplicar la “ley del veto”.
Ah! Pero luego… cuando los otros
arman las listas y nos meten payasos, bailarinas, cantantes futbolistas, lluchas
y tortas ahí si Chuta! Se arma el relajo! Letanía de lamentaciones: la política
no es para mí; que vergüenza de listas; el próximo Congreso será una vergüenza;
por eso a mí no me gusta meterme en esas cosas, que asco de política, hasta
cuando? Ya basta! Pero entre todas las lamentaciones resulta que los más
cojudos nos terminan representando. Los demás, los politicazos! al aislamiento
voluntario cual Taromenane…
Que el 2019 y lo venidero sea un
objetivo, que el próximo proceso electoral marque un plazo fatal para reinaugurar la política en
Quito, que de aquí en adelante nos dediquemos a construir organizaciones
políticas serias y de futuro y no solamente “vehículos electorales”, que el
2019 sea la meta para dejarnos de estupideces y nos juntemos entre quienes
tenemos ideales comunes, en favor de la patria y no solamente para la calentura
de un ratito antes de las elecciones, porque nos va a volver a pasar que
cualquier “pendejo” resulta siendo candidato y los demás a internarnos en la
selva por cuatro años más.
Permiso…